Christel Oberpaur

Christel Oberpaur

Christel Oberpaur Wilckens nació el 7 de agosto 1959 en Santiago. Es ingeniera Agrónoma, casada y tiene 3 hijos y 2 nietos.

¿Cómo llegó a la comunidad y cuáles son los primeros recuerdos?

Llegué a la comunidad desde pequeña. Fui bautizada en esta misma iglesia. Recuerdo haber estado al menos una vez en la Escuela dominical de esa época, donde nos regalaron una tarjeta con una imagen. Iba bastante preocupada por que no conocía a los demás niños. Asistían muchos niños, y la Escuela funcionaba en la sala comunitaria. Nos sentábamos en sillas, en filas.

También recuerdo que con mis padres y hermanos asistíamos a la iglesia en Navidad, y Viernes Santo. Durante el año, íbamos muy poco a la iglesia. Cuando pasé a Primer Año de la Enseñanza Media comencé a asistir a clases de confirmación. Era un grupo grande de confirmandos, nos dividimos en distintos grupos. Ese año ocurrió la separación de la Iglesia. Ocurrieron muchas discusiones, no eran discusiones teológicas espirituales, estaba mezclado con política y los acontecimientos que ocurrían en el país. Mis padres se fueron a la Iglesia de Nuñoa. Las clases de confirmación, ya separadas las dos iglesias, para que nos quedaran más cerca de nuestros hogares, nos las impartían en una sala de la Parroquia Los Castaños, en Vitacura y también en una casa de la Iglesia, en Lota con Suecia. Nuestra confirmación fue al año siguiente. Como era un grupo pequeño, hicimos de buenos amigos. Íbamos a retiros en El Tabo. Compartíamos con jóvenes de otras iglesias luteranas, recuerdo a algunos de San Bernardo. Seguí asistiendo a la iglesia La reconciliación por mucho tiempo. Pero no había grupo de jóvenes. Una amiga muy cercana asistía a la Iglesia Missionsbund, hoy Encuentro con Cristo, que me invitó al grupo de jóvenes y a algunos encuentros evangelísticos. Estando en la universidad me invitaron al grupo de jóvenes en la iglesia El Redentor de Lota. Eran increíbles. Nos reuníamos todos los sábados en la tarde, asistíamos como 20 jóvenes y a veces más. Ahí luego me invitaron a los campamentos de verano. Estos no eran en Puerto Fonck, sino en campos de familias de Osorno. En carpas, y las reuniones en grandes bodegas, los asientos eran fardos. Todo en alemán, a los que no entendían el idioma, les traducíamos en forma simultánea las prédicas.

¿Ha tenido un cargo o una responsabilidad en la comunidad? ¿Qué fue y cómo ha sido esto? O ¿Cómo ha participado y participa en la comunidad?

No he tenido cargo en el Directorio, pero comencé a participar como colaborador en los campamentos de jóvenes. Luego, después de casada, me ofrecí para colaborar en la escuela dominical. Los hijos eran pequeños y me interesaba que fueran los domingos con nosotros a la iglesia. Esto fue hace aproximadamente 25 años atrás. Todavía sigo colaborando con la Escuela.

También participé en un grupo de reflexión por casi 20 años, nos reuníamos cada 15 días los martes en casa de distintos asistentes. Como ese grupo ya no se reúne, comencé a participar en el grupo de oración, donde nos reunimos cada 15 días y oramos por la iglesia, sus pastores, el país y también por las personas que están pasando por momentos difíciles. Este grupo ha sido para mí un oasis para buscar y encontrar momentos de comunión con Dios.

¿Qué experiencias han sido bonitas en la comunidad?

Recuerdo actividades muy bonitas en la comunidad de Lota. Hace muchos años, debe haber sido a principios de los 80, una vez al mes nos juntábamos con miembros activos de la iglesia, de todas las edades. Eso fue muy positivo, conocí de manera más cercana a personas de todas las edades. Cada uno aportaba con algo. Fue para mí muy importante, porque las personas mayores eran un ejemplo de fe y vida para nosotros. También se hacían paseos.

También han sido muy lindas las actividades donde la comunidad comparte en la iglesia. Los campamentos familiares son una experiencia increíble.

¿Qué experiencias han sido difíciles en la comunidad?

Si ha habido experiencias difíciles. Especialmente cuando se mezcla la vida espiritual con discusiones muy mundanas, donde priman visiones sesgadas que no están en estrecha relación con el Señor.

También me duele cuando las personas dejan de asistir a la Iglesia, personas muy queridas, que de repente ya no van más. Me duele cuando cada vez menos niños son llevados por sus padres a los cultos. Los niños no pueden llegar solos. Me apena que tantas personas no se hagan el tiempo para ir a los cultos, y también me pregunto en qué hemos fallado. ¿Hemos encerrado a Dios en el templo, y no lo hemos llevado a nuestras actividades cotidianas?

¿Cómo les ha ayudado en su vida ser miembro en la comunidad El Redentor?

Para mí ha sido vital. Me gusta mucho participar y sentirme parte de la comunidad. En una ocasión me pregunté si no sería más fácil participar en otra comunidad donde hubiera más vida espiritual activa. Conscientemente optamos por seguir donde estamos, aunque quizás sea más difícil.

¿Qué desea para la comunidad en el futuro?

Me encantaría que hubiera muchos niños, jóvenes, adultos jóvenes cada domingo en la iglesia. Me gustaría ver y sentir una comunidad muy viva, activa, también con evangelizaciones especiales. Actividades, cursos y mucho más. Que entre todos vibráramos más para el Señor.